– Presentación de la Colección Ciga.
– “Pastor”: obra realizada en 1910, sobresale el tratamiento de la atmósfera, efecto de niebla (iper lainoak), nubes en movimiento (cielo activo) y abocetamiento de la figura.
– En 1914, pintó cuatro cuadros de gran formato de carácter narrativo y decorativo para el Centro Vasco de Pamplona, basados en la novela de Navarro Villoslada “Amaya o los vascos en el siglo VIII”, obras donde se mezcla la temática simbólica e histórica. “Bajo el árbol de Jauregizar”, “Proclamación del Primer rey de Navarra” y otras dos de contenido etnográfico, “Salida de Misa”y “Sokadantza”. Todas ellas presentan abocetamiento, a favor de la idea de conjunto y gran potencial narrativo.
– Serie de retratos infantiles, correspondientes a sus hijos Natitxu, Migueltxo y a su cuñada, Fely niña, donde espontaneidad, ternura y viveza definen magistralmente ese mundo infantil tan próximo al pintor.
– En el centro, aparece su “Autorretrato”, al igual que Velázquez, se nos muestra pletórico en su acción de pintar, con sus obras al fondo, utilizando el recurso barroco “cuadro dentro de cuadro”.
– Dos retratos de su mujer Eulalia, un busto de perfil y otro de cuerpo entero, caracterizado por su preciosismo y elegancia de tradición inglesa, en el que la figura aparece ladeada . Se recrea en las calidades y trasparencias del lujoso vestido con fondo de paisaje romántico.
– Etapa de Madrid: rigor y perfección en el dibujo, tanto del natural, como de las copias de modelos antiguos, representada en la acuarela de la “Victoria de Samotracia”.
– “Estudio”, dibujo al carboncillo, con el que obtuvo la medalla de oro de la Academia de San Fernando, obra compleja por el tratamiento de las anatomías, escorzos y juego de luces y sombras.
– El Realismo llega a su punto más álgido en “Viejo con violín”, donde aúna apariencia dura y ruda con la dignidad propia del personaje.
– Época de París: incorporó a su técnica, influencias impresionistas en su pincelada suelta, pintura al aire libre y el constructivismo cezaniano tanto en la arquitectura del caserío baztanés como en el bodegón. Ejemplo de todo ello son las pequeñas tablitas de paisajes parisinos y baztaneses. Cabe resaltar su obra “Nocturno en el Sena”, por su mancha de color violento, próximas al Fauvismo.
– Retratos de medio cuerpo de los Sres. Salaverri, destaca Don Manuel, con el magnífico tratamiento de rostro y manos
– “Combinación de la ruleta”, 1912-14, desnudo de trazo preciso y vigoroso, con un tratamiento perfecto de la anatomía, de carnaciones blandas y nacaradas, delicado acabado y modelado con un sutil juego de luces que remarcan las curvas y acentúan la elegante sensualidad. Gama cromática armoniosa, contrastada por el arabesco que cubre el diván, cojín, verde del tapete o azul intenso de la cortina del fondo; aspectos todos ellos, que dan modernidad a la obra.
– “Retrato del Doctor Guillermo Balda”, 1914, donde se aúnan, la dignidad y captación psicológica del retratado, con la utilización magistral de los blancos como foco de luz al estilo zurbaranesco, que se entremezclan con la luz fría procedente del ventanal, creando un ambiente de asepsia inigualable. Al mismo tiempo, se recrea en las calidades de los objetos: cerámicas, metales e instrumental médico.
– “Sagardien” o “Elizondoko Neskatxak”. 1915, sobre fondo de paisaje baztanés, en un atardecer plomizo, se sitúan dos jóvenes, cuya volumetría queda resaltada por el juego de luces y sombras, reflejando el realismo de la escena etnográfica y el detallismo de las naturalezas muertas en cestos y manzanas.
– Paisajes baztaneses, donde supo reflejar la belleza, que tan propicia se le manifestaba en Baztán. Con uno de sus txokos preferidos, Karrikatxar, experimentaría a lo Monet, la capacidad transformadora y desfiguradora de la luz sobre la arquitectura.
– Serie de “Dibujos de la cárcel”, de factura momentánea, con libreta y lápiz. Refleja a sus compañeros en las distintas vivencias carcelarias. A base de trazos seguros y del modelado, consigue la sensación de perspectiva.
– “El mus”, obra de última época, de composición muy equilibrada. Sobre fondo neutro, las sombras de los propios personajes, consiguen dar profundidad. Capta la esencia del juego, en la interrelación de las miradas vivas, astutas y hasta maliciosas, reflejada especialmente, en el personaje del centro.
– “Mohamed-Ben-El Peli-Makurra, representa el busto de un joven de frente, ataviado a la manera musulmana, (Rodriguez Juguera con un turbante) donde destacan los blancos al estilo zurbaranesco, y una mirada viva y profunda que interconecta con el espectador. Etapa madrileña 1910-11, aunque aparece fechada en 1913.
– “Estudio” (1912-14) obra importante, desde el punto de vista del aprendizaje pictórico realizado en la Academia Julian de París, representación del volumen a base de superponer capas muy finas a otras cada vez más empastadas.