El Museo Gustavo de Maeztu, presenta la exposición “ Figuración y esencia”, de Javier Ciga Echandi, uno de los máximos exponentes del Naturalismo de la pintura navarra de la primera mitad del siglo XX. Esta selección de cuarenta obras se ubica en la sala de exposiciones temporales entre el 5 de julio y el 27 de octubre de 2024.
La Exposición de Javier Ciga en el Museo Gustavo de Maeztu, propone una reflexión sobre los conceptos de “FIGURACIÓN Y ESENCIA”, que son los definidores de su obra. Al mismo tiempo que supone un encuentro de estos dos grandes pintores, que compartieron una época y un mismo universo pictórico. Ambos expusieron en los salones parisinos y coincidieron en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid de 1915 y 1917. Así mismo, en conmemoración del quinto centenario del nacimiento de Fray Diego de Estella, se presenta como protagonista de esta exposición el retrato que realizó Ciga de este egregio personaje, en el certamen que el Ayuntamiento de Estella convocó en 1924 y con el que obtuvo el primer premio.
La muestra pictórica se articula en torno a cinco ejes temáticos:
1. Dibujos de Academia (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Realismo Social. Etapa de Madrid 1909-1911)
Por medio de la estatuaria clásica aprendió las proporciones del cuerpo humano y el absoluto dominio del dibujo, además del estudio de la perspectiva, color y técnicas pictóricas, sin caer en el academicismo. Por otra parte, interpretó esa cruda realidad social haciéndose eco de ella, tomando parte por los más desfavorecidos. Los niños de la calle, el analfabetismo, los borrachos, el mundo del hampa y la sordidez de los barrios más pobres, fueron temas de su pintura, participando así de esa corriente pictórica que llamamos Realismo Social tan en boga en aquella época, lo que suponía un rasgo de absoluta modernidad.
2. Paisajes de París (1912-1914):
Constituyen una de las experiencias más bellas y originales de su labor pictórica. Se caracterizan por el tratamiento de esa luz tamizada, grisácea, sugerente, brumosa, difuminada. Ciga, al igual que sus precedentes impresionistas, Monet, Sisley o Pisarro, hizo al Sena protagonista de sus pinturas para plasmar el efecto de las variaciones atmosféricas en los reflejos del agua, creando una nebulosa borrosa donde agua, cielo y atmósfera se confunden. Utilizó una pincelada vibrante, fragmentada, deshecha, gestual, que en el caso de Nocturno en el Sena, se encuentra entre el fauvismo y la abstracción.
3. Retrato:
El retrato en Ciga de influencia posromántica, se caracteriza por sus fondos neutros pero matizados, de colores generalmente pardos, donde el autor concentra toda su atención en los rasgos físicos y psíquicos del retratado, resaltando por medio de la luz, rostro, manos, y poniendo énfasis en una mirada profunda que conecta con el espectador. Aunando por un lado, la fidelidad del natural y dignidad del retratado y por otro, la captación psicológica. Ciga no se queda en la fachada física, horada en el interior del ser humano, y refleja su alma.
4. Paisaje:
Este género fue muy querido para él, tanto de forma independiente como complementando a otros géneros. Mención especial merece el paisaje de Baztan, donde encontró ese locus o lurra, marco referencial de su pintura, con ese bucolismo que le define; todo ello aderezado con esa sensación de humedad, luz tamizada, envolvente y sugestiva, o el rabioso colorido del otoño baztandarra.
5. Pintura etnográfica:
Ciga recoge la vida en toda su complejidad: trabajo, ocio, romerías, idilios amorosos, vivencias en la plaza, salida de misa, ritos funerarios, emoción religiosa, o los tipos étnicos con sus rasgos y señas de identidad de aquella sociedad y cultura vasca. En este género, plasmó con emoción y sentimiento las esencias vascas de Navarra. En definitiva, trascendió la escena costumbrista para adentrarse y captar la esencia de este pueblo.
SIGNIFICADO DE LA PINTURA DE CIGA
Podemos calificar a Ciga, como el maestro de la pintura serena, sin ampulosidades ni estridencias. Huye de la artificiosidad y de la complicación fácil. Su Pintura de Verdad no se quedará en la apariencia, sino que irá al interior más profundo. En su pintura etnográfica, plasmó con emoción y sentimiento, las esencias vascas de Navarra. En su obra, detrás de la apariencia sencilla, siempre hay un más allá muy rico conceptualmente hablando. El ser, conforma e impregna su obra, dándole un carácter existencialista que nos lleva a clasificar su pintura, como realismo trascendente o metafísico, en su acepción literal del término. Por encima de todo, Javier Ciga fue pintor de esencias y verdades e intérprete del alma y de la sociedad de su tiempo.
Pello Fernández Oyaregui
Comisario de la exposición. Presidente de la Fundación Ciga